Aunque nadie sabe exactamente cuándo fue descubierto el jabón por primera vez, sí sabemos que las personas lo han venido usando por al menos los últimos 5000 años! Y existen varias leyendas acerca de su origen.
Según una leyenda Romana, el jabón fue nombrado después del Monte Sapo, un lugar ancestral en el que hacían sacrificios de animales. Luego del sacrificio de un animal, la lluvia limpiaba y arrastraba la grasa animal y las cenizas, que eran acumuladas bajo los altares ceremoniales, hasta las orillas del Río Tiber.
Las mujeres que lavaban sus ropas en el río, notaron que si lavaban las ropas en ciertas partes del río después de una buena lluvia, quedaban mucho más limpias. Por lo tanto, ese sería el primer uso del “jabón”.
El proceso para realizar un jabón se llama “saponificación” por eso se cree que su origen sí provenga del “Monte Sapo”.
Sin embargo, la primera evidencia concreta que tenemos de la creación del jabón puede ser rastreada en Mesopotamia en el 2800 A.C con un material jabonoso encontrado en cilindros de arcilla durante la excavación de la antigua Babilonia. De acuerdo con las inscripciones en los cilindros, fue hecha hirviendo/cociendo grasa con cenizas para crear una sustancia con el propósito de limpiar. Se cree que este primer “jabón” fue usado para lavar lana y algodón para luego ser tejidos en telas. Mientras que documentos posteriores sugieren que también fue usado para limpieza en el hogar y para propósitos medicinales.
Según los Papiros Ebers, un documento médico del 1550 A.C, los antiguos Egipcios también usaban jabón para propósitos medicinales, mezclando grasa animal con aceites vegetales y sales alcalinas, para crear una sustancia para tratar enfermedades de la piel.
Los antiguos Egipcios hicieron un gran énfasis en la limpieza personal e higiene. No sólo se bañaban diariamente y se limpiaban con una especie de jabón que ellos mismos crearon de arcilla, pasta de cenizas y aceite de oliva, sino que posteriormente también ellos aplicaban cientos de aceites y ungüentos para suavizar su piel y disimular los olores corporales, e incluso hasta usaban pastas dentales, mentas para el aliento y unas primeras formas de maquillaje.
Mientras tanto, en África occidental, en el otro lado del continente, las mujeres Yoruba elaboraban lo que hoy se conoce como jabón negro con aceites y grasas vegetales (incluida la manteca de karité) y la ceniza de cáscaras de plátanos, hojas de palmera, mazorcas de cacao y corteza de árbol de karité secadas al sol.
Las mujeres de Ghana y Nigeria todavía elaboran este jabón natural y artesanal con recetas tradicionales y últimamente ha experimentado un aumento en la popularidad, haciéndose famoso en todo el mundo por sus propiedades antibacterianas y antiinflamatorias.
Los antiguos Israelitas también se interesaron mucho en la higiene, y Moisés les dio a los Israelitas leyes detalladas que rigen la limpieza personal. Los relatos bíblicos sugieren que los israelitas sabían que la mezcla de cenizas y aceite producía una especie de gel para el cabello.
Aunque hay evidencia de que los antiguos Griegos y Romanos también fabricaban jabón, originalmente no lo usaban para limpiarse, sino como un bálsamo para la piel para tratar enfermedades de la piel y para la limpieza del hogar.
Mientras se decía que los antiguos Griegos habían combinado soda cáustica y cenizas como un limpiador para vasijas y estatuas de sus dioses, los primeros Romanos usaron un tipo de jabón mezclado con orina para lavar sus ropas.
Sin embargo, a pesar de saber cómo hacer jabón y sobre la popularidad de tomarse un baño, el jabón para la limpieza personal no se hizo popular sino hasta siglos después de la era Romana. Antes de esto, los Romanos frotaban sus cuerpos con bloques de arcilla, piedra pómez, arena y cenizas, enjuagando con agua y luego se cubrían con aceite.
Después de la caída de Roma en el 467 d.C hubo un declive en la limpieza personal en Europa y gran parte del continente sintió el impacto. La falta de condiciones de higiene y sanidad en su forma de vivir, contribuyo mucho a las grandes plagas de la Edad Media, y también a la Peste Negra del siglo XIV.
Mientras que en otras partes del mundo medieval como Japón e Islandia, el baño y la higiene personal seguían siendo importantes.
Sin embargo, fueron las personas de la región de Levante (particularmente Siria y Palestina) a quienes generalmente se les atribuye la creación del jabón sólido tal como lo conocemos hoy, combinando aceite de oliva con aceites aromáticos como laurel o tomillo, ¡y lo que se cree que es la primera lejía del mundo!
De hecho, se considera comúnmente que fueron estos jabones, los que eventualmente popularizaron el jabón a través de todo Europa.
La creencia común es que Los Cruzados aprendieron técnicas de la elaboración de jabón durante sus ataques en el Medio Oriente, y las trajeron a Europa en el siglo XI.
Poco después, Italia, España y Francia se convirtieron en centros de fabricación de jabón y nacieron otros jabones famosos como Savon de’Marseille y el jabón de Castilla.
Los ingleses comenzaron a fabricar jabón durante el siglo XII, mientras que la fabricación comercial de jabón comenzó en las colonias americanas en 1600. Sin embargo, la mayoría de las veces, se consideraba una tarea doméstica más que una profesión.
Durante el siglo XVII, el bañarse y la limpieza personal empezaron a ponerse de moda en gran parte de Europa, particularmente en las áreas más ricas. Sin embargo, todavía estaba sujeto a fuertes impuestos como artículo de lujo hasta bien entrado el siglo XIX.
Un gran paso hacia la fabricación de jabón a gran escala también ocurrió en 1791 cuando un químico francés, Nicholas Leblanc, patentó un proceso para hacer carbonato de sodio a partir de sal común.
Debido a los descubrimientos científicos, así como al desarrollo de energía para operar fábricas, hicieron que aumente en gran medida la producción y accesibilidad del jabón, y pasó así de ser un artículo de lujo a una necesidad diaria.
Hasta 1916 no hubo cambios significativos en la fabricación del jabón. Pero durante la Primera y Segunda Guerra Mundial, hubo escazes de grasa animal y vegetal, así como de los aceites que fueron usados en la fabricación de jabón.
Durante este tiempo, los químicos comenzaron a sintetizar otras materias primas para fabricar lo que hoy se conoce como “detergentes”.
A partir de 1950 los componentes que utilizaban para realizar jabones, se fueron sustituyendo por detergentes sintéticos. Y hoy en día, muchas de las cosas que llamamos “jabones”, así como los shampoos, shampoos sólidos, limpiadores faciales, detergentes para lavar los platos y “jabón” en polvo son en realidad detergentes.
Sin embargo, muy pronto se hizo evidente que estos detergentes estaban teniendo efectos negativos tanto en la salud como en el medio ambiente.
Por ejemplo, muchos tensioactivos, los principales ingredientes activos de los detergentes, tienen efectos negativos en la salud humana, que van desde irritar los ojos y la piel hasta daños reproductivos, carcinogenicidad potencial, o actuar como disruptores endocrinos.
Y no solo son tóxicos para la vida acuática, sino que el mismo hecho de que reducen la tensión superficial del agua (para lo que fueron diseñados) hace que sea más fácil para la vida acuática absorber pesticidas y otros contaminantes en el agua.
Similarmente los estudios han demostrado que los fosfatos, lo que han sido ingredientes comunes en los detergentes pero ya están prohibidos en varias lados, se acumulan en las vías fluviales y conducen a la eutrofización: grandes floraciones de algas que pueden privar de oxígeno a los peces y otras plantas.
Además, estos productos sintéticos de higiene personal y limpieza suelen añadir otros ingredientes tóxicos como desengrasantes, agentes espumantes como SLS y SLES, fragancias artificiales, cloro y químicos para equilibrar pH (las etanolaminas infamosas como DEA / MEA / TEA).
Todavía queda mucho por hacer para que los fabricantes de estos productos tomen conciencia y utilicen productos más amigables para el medio ambiente y recuperar así la esencia de los primeros jabones que eran más naturales.
Sin embargo, afortunadamente todavía es posible encontrar jabón natural artesanal libre de ingredientes sintéticos y beneficiarse de las mismas propiedades higiénicas, terapéuticas y medicinales que personas de todo el mundo han disfrutado durante miles de años.
Jabones y shampoos Mama Bruja
Nuestros jabones (incluido nuestro jabón blanco para platos, ropa y limpieza de hogar) se elaboran de forma tradicional, utilizando un álcali (hidróxido de sodio) para saponificar los aceites vegetales y formar barras de jabón sólidas.
El producto terminado contiene aceites de oliva y coco y manteca de karité saponificados, además de aceites esenciales, botánicos u otros ingredientes naturales como sal, arcilla o carbón, dependiendo la variedad.Son aptos para uso en todo el cuerpo y el pelo y los podrías encontrar en nuestra tienda online.